Hoy es uno de esos días en los que te levantas con energía, cuando tienes ganas de corretear, de saltar, de gritar, de besar, de amar... De cualquier cosa, y ¿sabeis por que? porque estube con él. Sí ese chico que me vuelve tan loca, que me hace sonreír nada más con verle. Es alucinante como después de tanto tiempo, nuestros labios volvieron a rozarse, y cómo por unos pequeños instantes se paró el reloj, se paró el tiempo, se paró el mundo. Porque para mí, sus besos es llegar al infinito, y creo que esta vez he llegado más lejos. Todas las chicas hablamos de ese chico ideal que nos haga sentir esas cosquillitas en la barriga, de esos momentos tan maravillosos que aparecen en los cuentos de princesa o en las películas de amor. Y ¿sabeis qué? que mi chico no es el más ideal, ni es un principe azul. De hecho es un sapito, pero con sus defectos le quiero, ¿qué digo? LE AMO. Porque siempre está ahí para hacerme reír, para protegerme de todo lo malo, la verdad, no sé ni por qué. No hay explicación para decir por qué me hace sentir así, simplemente es así.
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